sábado, 4 de noviembre de 2017

Un raro poder conlleva una rara responsabilidad - Capítulo 11

-Ya encontré la corbata, ya vez, no que yo no estaba tan buena? Si se ve que te está gustando!
-Ya cállate, solo lo hago porque me obligaste, solo espero terminar ese examen rápido y regresar a mi cuerpo.
- Recuerda, así no es como funciona, hasta las 8 de la noche regresaremos automáticamente!
-Ya ni me lo recuerdes.

Voltie de nuevo para tomar su blusa y observé ese par de senos ya acomodados y mucho más lindos al estar en medio del Brassiere que formaba un gran escote, pude observar el moñito azul que tenía en el medio, sentí como el peso estaba distribuido y podía sentir como si tuviera una carga en la espalda a través de los dos tirantes, supongo que así funcionaban normalmente. Me puse la blusa y la sentí más delgada y suave que la camisa normal de mi uniforme, no sé si sea por su cuerpo o por la blusa que sea asi, pero al abrocharla no se alcanzaba a cerrar hasta arriba, por lo que quedaron 2 botones sin cerrar y se veía un poco la curva de en medio del escote de Sandra.
Me puse el suéter y ví que no era más grande que el mío, pero al tener otra forma, se acomodaba mejor al cuerpo que ahora tenía, lo abroche y no se sentía apretado como cuando desperté con el mío, sino que se adaptaba a las curvas en el estómago y cintura, en la parte de arriba se sentía un poco más ancho, por lo cual no presionaba tanto los pechos, aunque si dejaba ver un poco la blusa que transparentaba el color azul del Bra.

Ya solo faltaba la parte inferior, así que tome la falda y me la puse, al agacharme pude ver cómo también las uñas de los pies las tenía pintadas del mismo color rosa claro y con flores dibujadas.
Me subí la falda y metí la blusa en ella, de forma como cuando me fajaba mi camisa en un pantalón, no encontraba el broche hasta darle 2 vueltas completas en la cintura. La abroche y me senté. Sentí el aire entrar a través de la falda, lo cual me puso a temblar, tanto del frío, como de la sensación que me daba el aire en esa zona del cuerpo.
Tome las calcetas largas y las trate de meter como siempre lo cual no funcionó porque entraban todas dobladas, así que me tuve que resignar a doblarlas como en las películas y subirlas poco a poco a través de las piernas. Llegaban hasta arriba de las rodillas. Yo siempre me burlaba de que tenía piernas de pollo, eran muy blancas como toda su piel, me quedé observando un poco su pie que faltaba y pude ver que los tenía muy bien cuidados, ningún cayó, ninguna imperfección, blancos, el arco muy bien formado y las uñas pintadas. Parecían muy pequeños, por eso se veían lindos siempre, solo tenía un poco duro el talón, supongo por el calzado que luego ultilizaba Sandra. Los toque un poco haciéndome masaje y  pude comprobar que todo su cuerpo era muy suave y sensitivo, donde quiera que lo tocaba era asi. Trate de ignorar ese sentímiento y me puse la otra calceta larga.

-Ya quedó, ya me puse la corbata y el cinturón, como vas?
-Ya casi, no me presiones, esto es mucho más difícil para mí.

Me volví a sentar en la banca y tome su par de zapatos, agarré uno y lo observé bien. Era talla 22MX, muy muy pequeño, ya que yo calzo del 28 lo puse en el piso y metí su pie, pude sentir como entraba perfectamente, aunque no se sentía una gran diferencia a unas chanclas como las que usaba en casa, ya que la suela era muy delgada, tome la correa, la cruce y la abroche donde iba. Repetí el proceso con el otro zapato. Terminé de ponerme los dos y se sentía tal cual como unas chanclas o sandalias, no tan cómodo, pero ligero.
Ya por último me puse su anillo que tenía una mariposa plateada en el dedo anular de la mano derecha, y el par de pulceras en la muñeca izquierda, una era un regalo que le di un concierto. Los aretes eran unas pequeñas mariposas de oro que recuerdo yo le había regalado en sus XV años, como no sabía cómo ponermelas, agarre y me colgué su mochila, que era como artesanal, de color azul claro con las cocederas rosa fluorescente, al colgarla, sentí como  el par de tirantes de la mochila, se incrustraban entre los brazos y los pechos, dando a resaltarlos aún más y haciendo más presión en la espalda tambos hombros. Eso me incómodo aún más. Ya solo  guarde sus aretes en la bolsa del suéter.
Estaba dispuesto a salir, todo sudado, pero no sin antes voltear hacia abajo y sorprenderme de lo que veía, podía observar el escote de Sandra asomado a través de su suéter, la falda que me llegaba un poco arriba de las rodillas, el par de largas calcetas blancas que tenía y los pequeños pies que se asomaban en esos zapatos negros con broche que estaba usando.
No sabía lo que me esperaba el día de hoy.

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